Autor: Ernesto Gabriel Morales Erroch, Investigador en Seguridad y Defensa.
La Defensa Nacional es el bien público por excelencia. Nuestro objetivo es describir analíticamente las luces y sombras en la inversión en Defensa especialmente durante el gobierno de Alberto Fujimori. Para ello seguiremos una estructura que nos permita entender lo acontecido durante el gobierno fujimorista, como parte de un proceso coyuntural de sesenta años[2], iniciando por definir qué tipo de bien es la Defensa, luego observaremos antecedentes, proseguimos con analizar el decenio fujimorista, pasando a manera de conclusión a mirar reflexivamente nuestro S. XXI.
Vayamos al concepto, para lo cual es necesario que volvamos sobre nuestra inicial afirmación: La Defensa Nacional es el bien público por excelencia. Es decir que “los bienes públicos, a diferencia de los bienes privados, no pueden proveerse a través de transacciones entre productores y consumidores individuales”, por lo tanto es necesaria la intervención del Estado para proveer la Defensa y Seguridad que una sociedad demanda y requiere[3]. Dicha provisión se realiza con los recursos que el Estado obtiene a través de captar impuestos, tanto del aporte de todos los individuos que integran una sociedad, como los que provienen de las actividades productivas que son esencialmente privadas.
La inversión en Defensa esta íntimamente relacionada con las necesidades de una sociedad nacional en los ámbitos externos, relativo a riesgos y amenazas a su seguridad, internos, capacidades para enfrentar a organizaciones que sean riesgo, amenaza o desafío a la seguridad de los connacionales, así como de proyección en el ámbito internacional, a través de tener presencia en problemática regional o mundial, lo cual dota a un estado-nación de peso estratégico, por ende de una ubicación a ojos del mundo en su valoración como socio potencial y fiable.
La pregunta que surge es cómo una determinada sociedad nacional invierte, a través del Estado, en su defensa. Hay diversas variables para poder responder a dicha interrogante, lo mejor es observar cuánto del Producto Interno Bruto – PIB se destina a ese fin[4].
Culminada la Segunda Guerra Mundial, Suecia se eligió al socialdemócrata Tage Erlander como primer ministro. En 1964 con motivo de cumplirse 150 años de la última guerra que realizaron, en la cual invadieron a Noruega (1814), promovieron crear un centro de investigación para la paz. Así nació el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, conocido por sus siglas en inglés como SIPRI.
La data del SIPRI muestra que los gobiernos peruanos entre 1960 y el 2020, tuvieron picos de inversión en Defensa algunos años en el cada vez más lejano S.XX: Belaunde 4,7% (1967), Velasco 5,2% (1975), Morales-Bermúdez 8,2% (1977), y Belaunde 5,1% (1982). Sin embargo la tendencia, entre 1960 a 1990 fue a la baja. Esto se hizo notorio con el gobierno aprista de García, pasando de casi 4% a 2%; si agregamos la contracción del PIB por política económica deficiente y mala gestión gubernamental, la inflación por emitir dinero sin respaldo (“maquinita”), la devaluación monetaria, los ataques terroristas a la infraestructura productiva, el monto real era exiguo[5]. Es decir que, para 1990, la inversión en Defensa estaba lejos de poder afrontar la agenda de seguridad externa e interna del país, ni que decir de dotar al país con una importante variable de peso estratégico en la comunidad internacional.
En 1990, ganó la elección presidencial la fórmula encabezada por Alberto Fujimori Fujimori. Este gobierno paso a identificar que la mayor amenaza a la sociedad peruana provenía de las acciones realizadas por las organizaciones terroristas de Sendero Luminoso – SL y del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru – MRTA. Estas tenían por objetivos la destrucción de la provisión de servicios a la población, dañar gravemente la producción, desestructurar la sociedad, controlar por terror, para finalmente imponer un Estado totalitario que convirtiese a cada peruano en una pieza al servicio del comunismo.
Para enfrentar la señalada problemática, A. Fujimori, durante su primer quinquenio de gobierno, incrementó la inversión en Defensa a promedio de 2,4%; si agregamos la continua mejora del PIB, el control de la inflación, el saneamiento fiscal, la paulatina disminución de los ataques terroristas a la infraestructura productiva, la mejora en la producción de bienes y servicios, lo recaudado por impuestos hizo que el monto real invertido en Defensa fuese interesante.
El dinero público destinado a Defensa fue principalmente orientado a hacer viables tanto las labores de inteligencia como las operacionales (logística y abastecimiento, equipamiento del personal, instalación de bases militares en zonas de combates, apoyo a población, etc.). La política de Estado implementada por el gobierno de Fujimori se materializo en éxitos, capturando a dirigentes de SL y del MRTA, como Abimael Guzmán, Víctor Polay, etc.; combatiendo las Fuerzas Armadas a las unidades militares de los delincuentes terroristas, desarticulando las redes de apoyo que habían creado, organizando comunidades y ronderos en comités de autodefensa, liberando población cautiva. Esto último es oportuno ampliarlo. Grupos de peruanos, por ejemplo los pertenecientes a la etnia ashánincas, quienes padecieron un régimen de campos de concentración, muestra que los grupos terroristas tuvieron una política de genocidio o de etnocidio, la cual fue implementada por sus integrantes. En resumen, se logró expandir la sensación de seguridad entre los peruanos.
Recordemos otra variable, la guerra internacional. El enfrentamiento militar con Ecuador (1992), conocido como la Guerra del Cenepa. Guerra que abarcó un período mayor, si tomamos en cuenta no solo las operaciones militares, se puede partir desde 1991 con la presencia de tropas ecuatorianas en las proximidades del puesto Pachacutec, instalado por el Ejército del Perú, y el denominado “pacto de caballeros”; hasta culminar en 1999 con la firma del Acta Final de colocación de hitos, y la entrega a las autoridades ecuatorianas del documento por el cual se concreta la transferencia de un kilómetro cuadrado de Tiwinza. Esto incidió en elevar unos años la inversión a 2,6%, debido a la necesidad de mejorar el equipamiento de los integrantes de las Fuerzas Armadas para poder desarrollar una guerra convencional contra un enemigo regular. Un punto importante fue la adquisición, en 1996, de aviones MIG 29 y Sukhoi 25 a Bielorrusia para la Fuerza Aérea de Perú.
Este halagüeño recuento, se vio ensombrecido por una cadena de actos ilícitos cometidos por funcionarios del gobierno, para lo cual aumentaron los precios de los equipos comprados, o desviaron fondos públicos para su propio beneficio personal. Años después, fueron enjuiciados y condenados por corrupción. Por ejemplo en compras para la defensa aérea, diarios y revistas especializadas como Clarín, Miami Herald, o Defensa, evidenciaron las acciones delictivas que permitieron investigar, enjuiciar y condenar al excomandante general de la Fuerza Aérea del Perú, Elesván Bello Vásquez, entre otros; similar situación ocurrió con los responsables de Inteligencia, como en el caso del ex general del Ejército del Perú Julio Salazar Monroe.
El segundo quinquenio fujimorista mostró tendencia a disminuir el porcentaje del PIB dedicado a Defensa, con promedio de 2,2%, cerrando en su último año con 1,9%. Lo que se explicaba en razón a que la amenaza terrorista había sido contenida, firmado el tratado con Ecuador que puso fin al clima bélico y culminando la demarcación de la frontera terrestre entres nuestras naciones.
Ahora bien, cabe cuestionar por qué no se conservó el promedio de inversión, en vez de volver al rumbo de contracción que se experimentó entre 1960 y 1990. Primero, si bien se contuvo a los grupos terroristas reduciendo su capacidad para poner en riesgo a la sociedad peruana, estos aún continuaban actuando, con lideres como Florindo Eleuterio Flores Hala “Artemio” en San Martín o Oscar Ramírez Durand “Feliciano”, posteriormente los hermanos Quispe Palomino, en la selva adyacente a los ríos Apurímac, Ene y Mantaro. Segundo, hubiese sido deseable, que la inversión estuviese orientada a modernizar la Defensa y Seguridad, pasando de las concepciones marcadas por la segunda Guerra Mundial o las doctrinas contrainsurgentes de los años ´70s, desarrollando tecnología e industria militar acorde a exigencias del nuevo siglo, profesionalizando fuerzas militares, capacitando administrativos, formando gestores civiles en las universidades, y centros de investigación que tornasen en ser referentes regionales.
Culminemos con un vistazo a nuestro S. XXI. Juan Mendoza y William Calderón, investigadores de la Universidad del Pacífico, en su libro Gasto Militar (2016), observando como del 2000 en adelante se destinó del 1,5% al 1,3%, afirmaron que al parecer la sociedad peruana había realizado un acuerdo tácito de desarme unilateral[6]. Un pacto sobre el cual ninguno de los ciudadanos del Perú ha sido consultado. Juntando las cifras de Mendoza-Calderón y las de SIPRI vemos que la reducción siguió al 1,2% aplicado durante el gobierno izquierdista de Castillo. Así, mientras los países vecinos incrementan su inversión en Defensa, nuestro Estado la ha disminuido constantemente, lo cual creo se debe a la acción de políticos absolutamente desconocedores, es decir ignorantes, de los intereses nacionales y de la variable Defensa Nacional en nuestra seguridad, desarrollo y proyección como sociedad, aunque esto lo analizaremos más adelante.
[1] Versión reducida ha sido publicada en diario Correo, edición del sábado 21 de setiembre del presente, ver: https://twitter.com/moraleserroch o https://x.com/diariocorreo/status/1837469124160618821
[2] La francesa Escuela de Annales, identifica tres tupos de tiempo: acontecimental, coyuntural y estructural. La coyuntura, en tanto tiempo, abarca un conjunto de décadas en la cual las personas son cuasi conscientes de las continuidades y rupturas que, desde ese marco temporal, permiten entender el presente.
[3] Cuadernos de Política Industrial de Defensa (2010). Cuaderno 3. Fundamentos económicos del mercado de la industria de Defensa. Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica.
[4] Recordemos que el PIB, en síntesis, permite conocer el valor de lo producido en un país por un año, observando su evolución o involución económica, así como compararlo con otros países.
[5] Ver cuadro en https://datos.bancomundial.org/indicator/MS.MIL.XPND.GD.ZS?locations=PE
[6] Mendoza, Juan y Calderón, William (2016). Gasto Militar en el Perú 1900 – 2015. Universidad del Pacífico, Lima, Perú.